20/03/2025
El mundo del deporte y el entrenamiento físico trae consigo numerosos beneficios para la salud, pero también implica ciertos riesgos. Las lesiones son una realidad constante para atletas de todos los niveles, y entre ellas, las fracturas óseas representan uno de los contratiempos más serios y frustrantes. Entender qué son, cómo ocurren y cuáles son las más comunes, especialmente aquellas ligadas a la actividad física intensa, es fundamental para cualquier deportista o entusiasta del ejercicio.

Una fractura ósea, en términos sencillos, es la pérdida de continuidad de un hueso. Esto puede suceder por diversos motivos: un golpe directo, una fuerza excesiva o una tracción inusual. Cuando un hueso se rompe, el cuerpo reacciona de inmediato, y los síntomas suelen ser bastante claros: dolor intenso, moretones, hinchazón, dificultad para mover la zona afectada e incluso una deformación visible. En algunos casos, si la fractura es severa, el hueso puede desgarrar la piel, dando lugar a una fractura expuesta, que conlleva un riesgo adicional de infección.
- La Fractura por Estrés: El Enemigo Silencioso del Deportista
- ¿Por Qué Ocurren las Fracturas por Estrés?
- Síntomas de una Fractura por Estrés en el Pie
- Tipos Generales de Fracturas
- Fracturas Comunes Según la Edad y la Actividad
- Reconociendo una Fractura: Los Cuatro Signos Clave
- Diagnóstico y Tratamiento
- Tiempo de Recuperación y Rehabilitación
- Complicaciones Potenciales
- Mitos y Realidades sobre las Fracturas
- Preguntas Frecuentes sobre Fracturas en el Deporte
La Fractura por Estrés: El Enemigo Silencioso del Deportista
Dentro del ámbito deportivo, existe un tipo particular de fractura que es especialmente prevalente: la fractura por estrés. A diferencia de una fractura traumática causada por un evento único y violento (como una caída o un impacto fuerte), la fractura por estrés es una pequeña y fina fisura en el hueso que resulta de la sobrecarga continua y repetitiva. Piensa en doblar un clip de papel una y otra vez; eventualmente, se romperá. Los huesos, aunque mucho más resistentes, pueden fallar de manera similar ante esfuerzos repetidos sin el descanso adecuado para recuperarse y repararse.
Este tipo de lesión es muy común en actividades que implican impactos repetitivos, como correr, jugar baloncesto o practicar otros deportes de alto impacto. Si bien pueden ocurrir en cualquier hueso sometido a actividad constante, los huesos de las piernas y los pies son los que corren mayor riesgo. Específicamente, los metatarsianos (los huesos largos en la parte media del pie) son particularmente vulnerables a las fracturas por estrés en corredores.
¿Por Qué Ocurren las Fracturas por Estrés?
Las fracturas por estrés no suelen ser producto de un único error, sino de una combinación de factores que aumentan la carga sobre el hueso de manera progresiva o inadecuada. La causa más común es aumentar la cantidad o la intensidad de una actividad demasiado rápido, especialmente si el cuerpo no está acostumbrado a ese nivel de esfuerzo. Un ejemplo clásico es incrementar drásticamente los kilómetros de entrenamiento de carrera o la frecuencia de los entrenamientos sin permitir que los huesos se adapten gradualmente.
Otros factores importantes incluyen:
- Cambios en las condiciones de entrenamiento: Pasar de correr en superficies blandas como césped a superficies duras como el asfalto puede aumentar significativamente el impacto en los huesos. De manera similar, cambiar de cancha en deportes como el tenis puede tener un efecto similar.
- Uso de calzado inadecuado: Correr con zapatillas desgastadas o que no ofrecen el soporte adecuado puede alterar la forma en que el pie absorbe el impacto, transfiriendo una carga excesiva a los huesos.
- Técnica incorrecta: Una mala técnica al correr o al realizar ciertos movimientos deportivos puede concentrar el estrés en áreas específicas del cuerpo, aumentando el riesgo de fractura.
- Factores biológicos: La densidad ósea, la nutrición (especialmente la ingesta de calcio y vitamina D) y los desequilibrios hormonales también pueden influir en la susceptibilidad a estas fracturas.
Síntomas de una Fractura por Estrés en el Pie
Identificar una fractura por estrés puede ser complicado porque los síntomas no siempre son tan dramáticos como los de una fractura aguda. La hinchazón visible puede no ser pronunciada. Sin embargo, hay señales clave a las que prestar atención, aunque pueden variar de una persona a otra:
- Dolor: Típicamente se siente en la parte delantera del pie, a menudo después de periodos largos o intensos de ejercicio.
- Patrón del dolor: El dolor puede disminuir o desaparecer por completo con el reposo, pero regresa una vez que se retoma la actividad física. Este patrón es muy característico de una fractura por estrés.
- Sensibilidad: La zona afectada puede estar sensible al tacto.
Es crucial recordar que estos síntomas pueden ser similares a otras afecciones del pie o la pierna. Por ello, si experimentas dolor persistente que sigue este patrón, es fundamental consultar a un médico para obtener un diagnóstico preciso.

Tipos Generales de Fracturas
Más allá de las fracturas por estrés, las fracturas óseas en general se clasifican comúnmente según el estado de la piel que las recubre:
- Fracturas cerradas: La piel permanece intacta sobre el sitio de la fractura. Aunque el hueso esté roto, no hay herida externa.
- Fracturas expuestas (o abiertas): El hueso roto desgarra la piel, quedando expuesto al exterior. Estas fracturas son más graves debido al alto riesgo de contaminación e infección.
Es importante destacar que, al romperse un hueso, no solo este sufre daño. Las estructuras circundantes como músculos, arterias, venas y nervios también pueden verse afectadas, lo que puede complicar la lesión.
Fracturas Comunes Según la Edad y la Actividad
La frecuencia de las fracturas y las localizaciones más comunes varían significativamente con la edad, lo cual puede relacionarse indirectamente con los tipos de actividades predominantes en cada etapa de la vida:
- Niños: Las fracturas de codo son particularmente comunes. Su esqueleto aún inmaduro, con cartílagos de crecimiento, requiere una atención especializada para asegurar una recuperación completa sin afectar el desarrollo futuro del hueso.
- Adultos: Las fracturas de tobillo son frecuentes, a menudo asociadas a torceduras severas o caídas durante actividades deportivas o cotidianas.
- Adultos mayores: En esta población, las fracturas de muñeca (radio distal), hombro, cadera y columna vertebral son las más habituales. A menudo, estas fracturas son resultado de caídas simples y están fuertemente asociadas a la disminución de la densidad ósea.
Un grupo particularmente vulnerable son las mujeres mayores de 65 años, especialmente aquellas con osteopenia u osteoporosis. Estas personas sufren con mayor frecuencia fracturas por fragilidad, donde el hueso se rompe con un traumatismo mínimo, o incluso espontáneamente, debido a su debilidad estructural. En ocasiones, la fractura precede a la caída, siendo la causa de esta.
Reconociendo una Fractura: Los Cuatro Signos Clave
Cuando se produce una fractura, el cuerpo suele manifestarlo a través de una serie de signos clínicos:
- Rubor: Un cambio de coloración en la piel o los tejidos alrededor de la fractura (moretón).
- Tumor: Un aumento de volumen o hinchazón en la zona afectada.
- Calor: Un incremento local de la temperatura en el sitio de la lesión.
- Dolor: Una sensación dolorosa, cuya intensidad es muy variable y depende de la persona y el tipo de fractura.
Además de estos signos, la función del miembro afectado puede verse limitada o incluso perdida. Sin embargo, es un mito que si puedes mover una parte del cuerpo, no está fracturada. Algunas fracturas, especialmente si no hay un desplazamiento grande del hueso, pueden permitir cierto grado de movimiento. Por ello, la única forma de confirmar o descartar una fractura es mediante una radiografía.
Diagnóstico y Tratamiento
Ante la sospecha de una fractura, ya sea por un traumatismo agudo o por síntomas persistentes de sobrecarga, es indispensable buscar atención médica. El médico realizará un examen físico, evaluará los síntomas y, fundamentalmente, solicitará estudios de imagen como radiografías para visualizar el hueso y determinar la presencia, tipo y extensión de la fractura.
El tratamiento de una fractura busca principalmente alinear correctamente los fragmentos óseos y mantenerlos inmovilización para permitir que el hueso se repare a sí mismo. El tipo de tratamiento depende de la gravedad y localización de la fractura:
- Tratamiento conservador: Muchas fracturas pueden tratarse sin cirugía. Esto implica primero una "reducción" del hueso, que es la manipulación para realinear los fragmentos. Luego, se inmoviliza la zona con una férula o un yeso (aparato circular de yeso o fibra de vidrio) durante varias semanas.
- Tratamiento quirúrgico: Fracturas más complejas, inestables o expuestas pueden requerir cirugía para fijar los fragmentos óseos con placas, tornillos, clavos u otros dispositivos.
Durante el proceso de atención, es vital revisar la circulación en la parte más distante de la fractura (por ejemplo, los dedos del pie si la fractura es en la pierna). Si la piel se pone pálida, es una señal de advertencia de que el flujo sanguíneo podría estar comprometido, lo cual requiere atención médica de urgencia.

Tiempo de Recuperación y Rehabilitación
El tiempo que tarda un hueso en sanar varía según la edad del paciente, el tipo y la ubicación de la fractura, y la salud general de la persona. Como regla general, un hueso fracturado tarda un promedio de seis a ocho semanas en consolidarse lo suficiente como para retirar la inmovilización.
Sin embargo, la retirada del yeso o la férula no marca el final del proceso de recuperación. Una vez que el hueso ha sanado, es absolutamente imprescindible iniciar un programa de rehabilitación física. La inmovilización prolongada causa rigidez articular y debilidad muscular. La terapia de rehabilitación ayuda a recuperar gradualmente la movilidad, la fuerza y la función completa del miembro afectado. Saltarse esta etapa puede llevar a secuelas a largo plazo, como rigidez o pérdida de fuerza permanente.
Complicaciones Potenciales
Aunque la mayoría de las fracturas sanan sin mayores problemas con el tratamiento adecuado, existen posibles complicaciones. La más grave de ellas es una lesión arterial asociada, especialmente en fracturas de alta energía. Si una arteria se daña, el suministro de sangre a la extremidad puede verse comprometido, poniendo en riesgo la viabilidad del miembro e incluso la vida del paciente.
Mitos y Realidades sobre las Fracturas
Existe mucha información popular, no siempre correcta, sobre las fracturas. Aclaremos algunos puntos:
Afirmación | Verdad o Mito | Explicación |
---|---|---|
Los quiroprácticos o sobadores pueden tratar cualquier fractura. | Mito | Aunque tengan experiencia, no poseen la capacitación médica para manejar fracturas complejas o aquellas que comprometen estructuras vitales. Un diagnóstico y tratamiento médico profesional es indispensable. |
Si puedo mover la parte lesionada, no está fracturada. | Mito | La capacidad de mover un miembro lesionado no descarta la presencia de una fractura, especialmente si es una fisura o una fractura sin desplazamiento significativo. Siempre se requiere evaluación médica y radiográfica. |
Un hueso que ya se fracturó no se puede volver a fracturar en el mismo lugar. | Verdad | Aunque se forme un callo de curación, el hueso no queda "blindado". Un hueso que se fracturó previamente puede volver a fracturarse en el mismo sitio si se somete a un nuevo traumatismo o sobrecarga. |
Las fracturas de huesos pequeños (mano, pie) pueden tratarse en casa. | Mito | Cualquier hueso fracturado, grande o pequeño, necesita un tratamiento adecuado para asegurar una correcta consolidación y evitar secuelas funcionales a largo plazo. La atención médica es necesaria. |
Las mujeres mayores sufren más fracturas por fragilidad que los hombres mayores. | Verdad | Las alteraciones hormonales tras la menopausia en las mujeres contribuyen a una mayor pérdida de densidad ósea, aumentando su susceptibilidad a las fracturas por fragilidad en comparación con los hombres de la misma edad. |
Preguntas Frecuentes sobre Fracturas en el Deporte
Aquí respondemos algunas dudas comunes relacionadas con las fracturas y la actividad física:
- ¿Cuál es la diferencia principal entre una fractura por estrés y una fractura 'normal'?
Una fractura 'normal' (aguda) suele ser causada por un único evento traumático (golpe, caída fuerte), mientras que una fractura por estrés es una fisura pequeña causada por la acumulación de microdaños debido a la sobrecarga repetitiva a lo largo del tiempo. - ¿Cómo puedo saber si mi dolor es una fractura por estrés o solo una molestia muscular?
El patrón del dolor es clave: el dolor por fractura por estrés a menudo empeora con la actividad y mejora con el reposo, y suele ser muy localizado en el hueso. El dolor muscular o tendinoso puede tener otros patrones. Sin embargo, la confirmación siempre requiere una evaluación médica. - ¿Qué debo hacer si sospecho que tengo una fractura por estrés?
Detén la actividad que causa el dolor, aplica hielo, eleva la extremidad si es posible y busca atención médica lo antes posible. No intentes seguir entrenando con dolor sospechoso. - ¿Cuánto tiempo estaré fuera de mi deporte después de una fractura por estrés?
El tiempo de recuperación varía, pero típicamente implica un período de inmovilización (puede ser con una bota rígida) seguido de rehabilitación. Puede tomar desde varias semanas hasta unos meses para volver a la actividad completa de forma segura. - ¿La rehabilitación es realmente necesaria?
Sí, absolutamente. La rehabilitación es crucial para recuperar la fuerza muscular, la flexibilidad y la propiocepción (el sentido de la posición del cuerpo) después de la inmovilización. Ayuda a prevenir la rigidez y reduce el riesgo de volver a lesionarse. - ¿Cómo puedo prevenir las fracturas por estrés?
La prevención se basa en la progresión gradual del entrenamiento, el uso de calzado adecuado, entrenar en superficies variadas, mantener una buena nutrición (rica en calcio y vitamina D) y escuchar a tu cuerpo, permitiendo suficiente tiempo de descanso y recuperación. - Si tuve una fractura, ¿soy más propenso a tener otra?
Haber tenido una fractura no garantiza que tengas otra, pero ciertas condiciones subyacentes (como la osteoporosis o factores biomecánicos) o volver a someter el hueso a las mismas condiciones de sobrecarga que causaron la fractura inicial sí aumentan el riesgo de recurrencia o de sufrir otra fractura en un sitio diferente.
En conclusión, las fracturas, y en particular las fracturas por estrés, son lesiones importantes que requieren atención profesional. Entender sus causas, síntomas y el proceso de recuperación es vital para los deportistas. La prevención a través de una planificación de entrenamiento inteligente, el equipo adecuado y la atención a las señales del cuerpo son las mejores herramientas para mantener tus huesos sanos y seguir disfrutando de tu actividad física.
Si quieres conocer otros artículos parecidos a Fracturas en el Deporte: El Riesgo Oculto puedes visitar la categoría Lesiones.