09/04/2025
Con la llegada de las estaciones más cálidas y el aumento de las temperaturas, la combinación de la práctica deportiva y una adecuada ingesta de líquidos se vuelve absolutamente fundamental. No solo se trata de evitar los temidos golpes de calor, sino también de asegurar que nuestro cuerpo funcione de manera óptima para obtener el mejor rendimiento posible. En esta nota, profundizaremos en el rol vital que desempeña el agua en nuestro organismo durante el ejercicio y te ofreceremos consejos prácticos para mantener siempre un excelente estado de hidratación.

El cuerpo humano es una máquina compleja, y el agua es su combustible esencial para innumerables procesos. Durante la actividad física, esta importancia se magnifica. El agua actúa como un termorregulador natural, ayudando a disipar el calor interno generado por los músculos en funcionamiento, disminuyendo así la temperatura corporal y evitando el sobrecalentamiento. Además, participa activamente en la eliminación de desechos metabólicos que se producen durante el ejercicio intenso, facilitando su transporte y expulsión del cuerpo. También lubrica nuestras articulaciones, permitiendo movimientos fluidos y reduciendo el riesgo de fricción y desgaste. Es un vehículo esencial para el transporte de nutrientes y oxígeno a las células musculares y facilita la absorción de aquellos que ingerimos. Sin una hidratación adecuada, todas estas funciones se ven comprometidas, lo que puede llevar a la aparición de problemas como lesiones musculares, calambres dolorosos, fatiga prematura e incluso hipertermia, una condición peligrosa donde la temperatura corporal se eleva a niveles críticos.
La sudoración es el mecanismo principal por el cual el cuerpo se enfría durante el ejercicio. Esta transpiración está directamente relacionada con la intensidad y duración de la actividad física, pero también se ve fuertemente influenciada por factores externos como la temperatura y la humedad del ambiente. Cuando sudamos, no solo perdemos agua, sino también electrolitos, principalmente sodio y potasio, que son sales minerales esenciales para diversas funciones corporales, incluyendo la contracción muscular y el equilibrio hídrico. Si estas pérdidas no se reponen de manera efectiva, el cuerpo entra en un estado de deshidratación, afectando negativamente el rendimiento y la salud.
Para hablar de una correcta hidratación corporal durante el ejercicio, debemos considerar varios factores específicos que varían de una persona a otra y de una situación a otra. El tipo de actividad física que se realiza, su duración, las condiciones ambientales (temperatura, humedad, viento) y las características individuales de cada persona (tasa de sudoración, composición corporal, aclimatación al calor) son determinantes. No existe una única fórmula mágica que sirva para todos en todo momento. Sin embargo, como regla general, debemos entender que la sed es una señal de que el proceso de deshidratación ya ha comenzado. Si sientes sed durante el entrenamiento, es crucial ingerir líquido de forma inmediata para comenzar a revertir esta situación. Esperar a tener sed significa que ya has perdido aproximadamente un 1-2% de tu peso corporal en líquidos, lo cual ya puede afectar tu rendimiento. Mantener un buen nivel de agua en el cuerpo antes de que aparezca la sed es una de las claves fundamentales para el éxito deportivo, especialmente en eventos de larga duración o en condiciones de calor.
La estrategia de hidratación debe ajustarse significativamente si la actividad que vas a realizar es de alta intensidad o de larga duración. En estos casos, donde la pérdida de líquidos y electrolitos es considerablemente mayor, es necesario planificar la hidratación de manera más estructurada: antes, durante y después de la práctica deportiva. Si bien las recomendaciones deben ajustarse siempre a las necesidades individuales, el tipo de actividad y las condiciones ambientales, existen pautas generales que pueden servir como punto de partida. Se sugiere iniciar la hidratación previa por lo menos una hora y media antes de comenzar el ejercicio, ingiriendo alrededor de 500 ml de líquido (aproximadamente dos vasos grandes) de forma pausada y dosificada, no de golpe. Durante la actividad, la ingesta debe ser regular y constante, tomando pequeños sorbos de unos 100 a 150 ml cada 15 a 20 minutos. Esto ayuda a mantener un flujo constante de líquidos y electrolitos sin sobrecargar el estómago. Al finalizar la actividad, la reposición es clave para la recuperación; se recomienda ingerir al menos 600 ml de líquido para comenzar a compensar las pérdidas totales.
Además del agua, en ejercicios intensos o prolongados, es altamente recomendable complementar la hidratación con bebidas isotónicas. Estas bebidas están diseñadas para reponer no solo agua, sino también carbohidratos (generalmente glucosa) para proporcionar energía rápida y sales minerales (electrolitos) como sodio y potasio, que se pierden en el sudor. La concentración de solutos en las bebidas isotónicas es similar a la de los fluidos corporales, lo que facilita su rápida absorción en el intestino. Incorporar buches de agua o bebida isotónica sin tragar también puede ser útil para refrescar la boca y aliviar la sensación pastosa que a menudo acompaña a la deshidratación, aunque esto no reemplaza la ingesta de líquido.
Es vital reconocer los síntomas de la deshidratación para actuar a tiempo. Como mencionamos, el primer síntoma perceptible es la sed, pero es importante recordar que esto ya indica un déficit. No debemos desatender esta señal, ya que significa que el proceso de deshidratación ha comenzado y debemos iniciar la reposición de líquidos inmediatamente. Otros síntomas que pueden aparecer a medida que la deshidratación progresa incluyen sensación de pesadez o cansancio en las piernas, aparición de calambres o dolor muscular, sensación general de debilidad, aumento de la frecuencia cardíaca (taquicardia), somnolencia, náuseas o vómitos, y una disminución en la producción de orina, la cual además se vuelve más concentrada y de color oscuro. Si la situación no se revierte a tiempo, la deshidratación severa puede llevar a síntomas más graves como confusión, mareos intensos o alteración de la conciencia, situaciones que deben evitarse a toda costa ya que pueden requerir atención médica urgente.
Para ayudarte a optimizar tu hidratación, especialmente cuando te enfrentas a sesiones de ejercicio de alta intensidad, aquí tienes 5 consejos prácticos que pueden marcar la diferencia:
- Ingiere pequeños sorbos de agua regularmente: En lugar de beber grandes cantidades de golpe, toma sorbos pequeños y frecuentes a lo largo de tu sesión de ejercicio. Esto ayuda a mantener un flujo constante de hidratación sin causar molestias estomacales y asegura que tu cuerpo esté continuamente reponiendo los líquidos perdidos. La temperatura del agua es importante; lo ideal es que esté fresca, entre 10-15°C. El agua muy fría puede causar un ligero choque térmico y el cuerpo necesita calentarla antes de poder asimilarla eficazmente, además de que puede generar molestias digestivas a algunas personas.
- Complementa con bebidas isotónicas: Para ejercicios que duran más de una hora o que son de alta intensidad, el agua sola no es suficiente. Las bebidas isotónicas te proporcionarán los carbohidratos necesarios para mantener tus niveles de energía y los electrolitos (sales minerales) que pierdes a través del sudor, ayudando a mantener el equilibrio hídrico y prevenir calambres.
- Evita beber en momentos de máxima frecuencia respiratoria: Si estás jadeando o respirando con mucha dificultad debido al esfuerzo máximo, espera unos segundos antes de beber. Ingerir líquidos en esos momentos puede dificultar aún más la respiración y, aunque parezca contradictorio, puede hacer que asimiles peor el líquido al no poder coordinar adecuadamente la respiración y la deglución. Dale prioridad a la oxigenación en esos picos de esfuerzo.
- Disminuye la actividad al hidratarte: Siempre que sea posible, baja el ritmo, camina o detente brevemente cuando vayas a beber, especialmente si estás corriendo o realizando una actividad de alto impacto. Esto facilita la ingesta segura del líquido, reduce el riesgo de atragantamiento y permite que tu cuerpo se concentre en asimilar la bebida.
- No consumas bebidas con cafeína antes de entrenar: La cafeína tiene efectos diuréticos, lo que significa que puede aumentar la producción de orina y, potencialmente, acentuar la pérdida de líquidos. Si bien el efecto diurético de la cafeína en dosis moderadas puede ser menor de lo que se pensaba, es prudente evitarla justo antes o durante entrenamientos prolongados o en climas cálidos si tu objetivo principal es la máxima hidratación. Opta por agua o bebidas deportivas.
Implementar estos consejos te ayudará a mantener un estado de hidratación óptimo, lo cual es crucial no solo para tu rendimiento deportivo, sino también para tu salud general y bienestar. Escucha a tu cuerpo y planifica tu estrategia de hidratación como parte integral de tu entrenamiento.
Preguntas Frecuentes sobre Hidratación y Ejercicio
¿La sed es un buen indicador de cuándo debo beber?
No, la sed es una señal tardía de deshidratación. Cuando sientes sed, tu cuerpo ya ha perdido una cantidad significativa de líquido (alrededor del 1-2% de tu peso corporal), lo cual ya puede afectar tu rendimiento físico y cognitivo. Es mejor beber de forma regular y programada, especialmente durante el ejercicio, para evitar llegar al punto de tener sed.
¿Cuál es la diferencia entre agua y bebida isotónica y cuándo debo usar cada una?
El agua es fundamental para la hidratación general y es suficiente para actividades de baja a moderada intensidad y corta duración (menos de 60 minutos). Las bebidas isotónicas, además de agua, contienen carbohidratos (azúcares) y electrolitos (sales minerales) en concentraciones similares a los fluidos corporales. Son ideales para ejercicios de alta intensidad o larga duración (más de 60 minutos), ya que ayudan a reponer la energía y los electrolitos perdidos por el sudor de manera más eficiente que el agua sola, ayudando a prevenir la fatiga y los calambres.
¿Cuánta agua debo beber al día si hago ejercicio?
La cantidad total de agua necesaria varía mucho según la persona, su nivel de actividad, el clima y otros factores. Una pauta general es beber suficiente líquido a lo largo del día para mantener la orina de color claro o amarillo pálido. Además de tu ingesta diaria habitual, debes añadir el líquido necesario para compensar las pérdidas por el sudor durante el ejercicio. Pesar antes y después del entrenamiento puede darte una idea de cuánta agua has perdido (cada kilogramo perdido equivale aproximadamente a un litro de sudor).
¿Puedo hidratarme solo con bebidas energéticas o refrescos azucarados?
No es recomendable. Las bebidas energéticas y muchos refrescos tienen altas concentraciones de azúcar y otros compuestos que pueden ser difíciles de digerir durante el ejercicio y pueden causar molestias estomacales. Además, su concentración de electrolitos no está optimizada para la reposición por sudor. Las bebidas deportivas isotónicas están formuladas específicamente para la hidratación y reposición durante el ejercicio.
¿Qué síntomas graves de deshidratación debo conocer?
Los síntomas graves incluyen confusión, desorientación, incapacidad para sudar a pesar del calor, piel seca y caliente, pulso débil y rápido, y pérdida del conocimiento. Si tú o alguien más experimenta estos síntomas durante o después del ejercicio, busca atención médica de urgencia inmediatamente.
Tabla de Hidratación Sugerida para Ejercicio Intenso
Momento | Cantidad Sugerida | Tipo de Líquido |
---|---|---|
1.5 horas antes | ~500 ml (sorbos) | Agua |
Cada 15-20 minutos durante | ~100-150 ml (sorbos) | Agua o Bebida Isotónica (si >1h o intenso) |
Al finalizar | ~600 ml o más | Agua o Bebida Isotónica |
Recuerda que esta tabla es una guía general para ejercicio intenso. Las necesidades individuales pueden variar. Presta atención a cómo se siente tu cuerpo y ajusta tu ingesta de líquidos en consecuencia.
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