03/03/2025
El ejercicio físico es ampliamente reconocido como un pilar fundamental para la salud y el bienestar. Sin embargo, ocasionalmente se asocia con eventos trágicos como la muerte súbita, especialmente cuando ocurre durante o inmediatamente después de la actividad. La noticia de un deportista joven o una persona aparentemente sana sufriendo un colapso puede generar gran conmoción y preocupación, creando un impacto emocional y social desproporcionado dada su baja frecuencia. ¿Qué hay detrás de estos sucesos? Aunque son extremadamente raros, entender sus causas y cómo minimizarlos es clave para entrenar con tranquilidad y seguridad. En este artículo, exploraremos las razones más comunes detrás de la muerte súbita asociada al ejercicio y las medidas preventivas que todos deberíamos conocer.

Es importante destacar que la muerte súbita durante el ejercicio es un evento infrecuente. La gran mayoría de las personas que se ejercitan regularmente disfrutan de beneficios significativos para su salud cardiovascular y general. Sin embargo, estar informado sobre los riesgos, por pequeños que sean, permite tomar precauciones adecuadas.

¿Qué es la Muerte Súbita?
Según la definición médica, se considera muerte súbita a aquella que ocurre de forma natural e inesperada dentro de la primera hora desde la aparición de los primeros síntomas. Es un evento abrupto que, en el contexto del ejercicio, suele estar relacionado con problemas cardiovasculares subyacentes que se manifiestan de forma crítica bajo el estrés del esfuerzo físico.
Esta definición ayuda a diferenciar la muerte súbita de otras causas de fallecimiento que puedan ocurrir en un entorno deportivo pero que no están directamente relacionadas con una falla repentina de un órgano vital, como podría ser un accidente traumático. La muerte súbita se enfoca en la falla orgánica repentina e inesperada.
¿Cuán Comunes Son los Casos de Muerte Súbita Durante el Ejercicio?
Es fundamental poner las cifras en perspectiva para comprender la magnitud real del riesgo. La incidencia de muerte súbita durante el ejercicio es significativamente más baja que la incidencia general de muerte súbita en la población, independientemente de la actividad.
La literatura médica occidental reporta una incidencia de entre 4.6 y 22 muertes por millón de personas al año en la población general *mientras* hacen ejercicio. En contraste, la población general experimenta una incidencia de aproximadamente 500 casos por millón al año, sin importar su nivel de actividad física. Esto subraya que, en términos absolutos, el riesgo de muerte súbita es mucho mayor en la vida cotidiana que específicamente durante la práctica deportiva.
Sin embargo, el riesgo durante el ejercicio varía según la población y el nivel de actividad. Los hombres parecen tener un riesgo mayor que las mujeres. Se ha reportado que el riesgo en hombres es de 1 muerte cardíaca súbita por cada 1.51 millones de episodios de esfuerzo vigoroso.
Entre atletas, la incidencia se sitúa en un rango más alto que en la población general que se ejercita de forma ocasional, estimándose entre 1 de cada 40,000 y 1 de cada 80,000 atletas por año. Esto puede deberse a la intensidad y volumen del entrenamiento, así como a la presencia de afecciones cardíacas subyacentes que pueden no manifestarse en niveles de actividad más bajos.
Un dato crucial que surge de los estudios es la diferencia significativa en el riesgo transitorio durante el ejercicio entre personas activas y sedentarias. Investigaciones han demostrado que las personas sedentarias tienen un riesgo 56 veces mayor de sufrir un evento cardíaco durante el ejercicio vigoroso, en comparación con aquellos que realizan actividad física de forma habitual. Esto resalta que el peligro principal no es el ejercicio en sí, sino el ejercicio intenso realizado por un individuo no acondicionado o con una condición médica no diagnosticada.
La Causa Más Común: Problemas Cardíacos
La causa más frecuente de muerte súbita, tanto en la población general como específicamente durante el ejercicio, está abrumadoramente relacionada con afecciones del corazón. De hecho, más del 75% de las muertes súbitas en atletas se atribuyen a problemas cardíacos subyacentes. La naturaleza específica de estos problemas varía significativamente según el grupo de edad:
- En personas mayores de 35 años: La causa principal y más común suele ser la enfermedad arterial coronaria adquirida. Esto se refiere a la acumulación de placa en las arterias que suministran sangre al corazón (aterosclerosis), lo que puede llevar a bloqueos y, en consecuencia, a un ataque cardíaco o una arritmia fatal durante el esfuerzo.
- En personas menores de 35 años: En este grupo de edad más joven, la causa más común son los problemas cardíacos congénitos o hereditarios. Estas son afecciones con las que la persona nace o que se desarrollan genéticamente. Pueden incluir:
- Engrosamiento anormal del músculo cardíaco (miocardiopatía hipertrófica).
- Posiciones o estructuras anormales de los vasos sanguíneos del corazón (anomalías de las arterias coronarias).
- Problemas en el sistema de conducción eléctrica del corazón que provocan arritmias peligrosas (canalopatías).
- Otras miocardiopatías o problemas valvulares.
Es crucial entender que en muchos casos, estas afecciones cardíacas preexistentes, tanto adquiridas como congénitas, pueden ser asintomáticas hasta que el estrés del ejercicio desencadena un evento. Por eso, una persona aparentemente sana puede sufrir un colapso.
Además de estas afecciones cardíacas estructurales o adquiridas, existen otras causas, aunque menos frecuentes en el contexto del ejercicio intenso:
- Conmoción Cardíaca (Commotio Cordis): No es un problema estructural del corazón, sino una interrupción del ritmo cardíaco causada por un golpe fuerte y directo en el pecho. Si el impacto ocurre durante un punto muy específico y vulnerable del ciclo cardíaco, puede desencadenar una fibrilación ventricular fatal, incluso en un corazón sano. Esto es más común en deportes de impacto con objetos pequeños y duros (como béisbol, hockey).
- Abuso de Sustancias: El uso de ciertas drogas, estimulantes o sustancias para mejorar el rendimiento puede tener efectos devastadores en el sistema cardiovascular y ser un desencadenante de arritmias y muerte súbita.
- Golpe de Calor (Heatstroke): Con el aumento de la intensidad y duración de los eventos de resistencia, especialmente en condiciones de alta temperatura y humedad, el golpe de calor severo puede llevar a un fallo multiorgánico, incluyendo el colapso cardiovascular.
- Problemas Pulmonares o Ahogamiento: Dependiendo de la actividad (por ejemplo, natación o deportes acuáticos).
En resumen, aunque hay varias posibilidades, los problemas cardíacos preexistentes, a menudo desconocidos, son la causa dominante de la muerte súbita asociada al ejercicio, con diferentes causas prevalentes según la edad.
La Paradoja del Ejercicio: Cantidad, Frecuencia y Riesgo
Existe lo que se conoce como la paradoja del ejercicio, que a primera vista podría parecer contradictoria. Si bien hay una elevación transitoria y aguda del riesgo de paro cardíaco súbito *durante* el ejercicio moderado a vigoroso, especialmente para los individuos no acostumbrados, las investigaciones a gran escala demuestran consistentemente que el ejercicio habitual y regular *reduce* significativamente el riesgo general de muerte cardíaca súbita a largo plazo.
Un metaanálisis reciente de estudios que investigaron la asociación entre la actividad física y el riesgo de muerte cardíaca súbita en adultos de la población general (no atletas o pacientes con enfermedad conocida) encontró que los participantes que reportaron el nivel más alto de actividad física habitual tenían aproximadamente la mitad del riesgo de muerte cardíaca súbita en comparación con aquellos con el nivel más bajo de actividad. El riesgo relativo de paro cardíaco súbito fue significativamente menor entre los hombres con el nivel más alto de actividad vigorosa habitual.
Esto refuerza la idea de que el ejercicio regular no solo protege el corazón a largo plazo, mejorando la función cardiovascular y reduciendo los factores de riesgo como la hipertensión o el colesterol alto, sino que también parece conferir una protección durante los episodios de ejercicio intenso.
En contraste, como mencionamos anteriormente, las personas sedentarias tienen un riesgo transitorio mucho mayor de sufrir un evento cardíaco durante el ejercicio vigoroso. Su sistema cardiovascular no está adaptado para manejar la carga de trabajo repentina.
La cantidad y frecuencia del ejercicio también importan. En un estudio con casi 70,000 mujeres sin historial médico previo, la cantidad de ejercicio moderado a vigoroso se relacionó inversamente con el riesgo de muerte cardíaca súbita. La reducción en el riesgo se observó principalmente entre las mujeres que se ejercitaban cuatro o más horas por semana.
Incluso en pacientes con enfermedad arterial coronaria existente, la actividad física es beneficiosa. Los pacientes inactivos con enfermedad coronaria tenían un riesgo 2.4 veces mayor de muerte súbita cardíaca en comparación con los pacientes activos. Sin embargo, en este grupo, la "dosis" de ejercicio debe ser individualizada. Aquellos pacientes sintomáticos tenían un riesgo mayor si eran altamente activos (7.4 veces) o inactivos (3.6 veces) en comparación con los pacientes moderadamente activos. Esto subraya la necesidad de una prescripción de ejercicio adaptada a la condición y los síntomas de cada persona, especialmente en presencia de enfermedad conocida.
Medidas para Reducir el Riesgo de Eventos Adversos
Dado que en la mayoría de los casos de muerte súbita durante el ejercicio existe una condición subyacente preexistente (el "sustrato"), siendo el ejercicio un posible "desencadenante", la clave para la prevención reside en identificar y gestionar ese sustrato y estar preparado para actuar si ocurre un evento. Las principales medidas preventivas incluyen:
1. Evaluación Médica Previa a la Participación (EMPP): Esta es quizás la medida más importante. Realizar evaluaciones médicas regulares, especialmente si se planea iniciar un programa de ejercicio intenso, aumentar significativamente la intensidad o el volumen de entrenamiento, o si se tienen factores de riesgo o antecedentes familiares de problemas cardíacos. Esta evaluación debe ser realizada por profesionales capacitados en medicina deportiva o cardiología y debe adaptarse a la edad, el tipo de ejercicio planeado y el historial médico y familiar de la persona. Su objetivo es detectar afecciones cardíacas u otros problemas de salud que podrían aumentar el riesgo y ofrecer recomendaciones personalizadas sobre qué tipo y nivel de ejercicio es seguro.
2. Conciencia de los Signos y Síntomas de Alerta: Es crucial que tanto los propios deportistas como entrenadores, padres, personal de apoyo en instalaciones deportivas y espectadores estén atentos a los signos y síntomas de alerta durante el ejercicio. No se deben ignorar señales como dolor en el pecho o presión, dificultad respiratoria inusual o excesiva para el nivel de esfuerzo, mareos o aturdimiento, palpitaciones irregulares o muy rápidas, o desmayos (síncope). Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas, se debe detener la actividad inmediatamente y buscar evaluación médica.
3. Capacitación en Soporte Vital Básico (SVB): Saber cómo responder ante una emergencia puede marcar una diferencia vital. La capacitación en soporte vital básico, que incluye la reanimación cardiopulmonar (RCP) y el uso de desfibriladores externos automáticos (DEA), es invaluable. Se recomienda encarecidamente que la mayor cantidad posible de personas, especialmente aquellas involucradas en el deporte y el fitness (entrenadores, personal de gimnasios, compañeros de entrenamiento, familiares), realicen esta formación y la practiquen regularmente. La respuesta rápida y efectiva en los primeros minutos tras un colapso cardíaco aumenta drásticamente las posibilidades de supervivencia.
4. Disponibilidad de DEA: Las instalaciones deportivas, gimnasios y lugares donde se practica ejercicio de forma regular deberían contar con desfibriladores externos automáticos (DEA) y personal capacitado para utilizarlos. Estos dispositivos son fáciles de usar y pueden restaurar un ritmo cardíaco normal en casos de arritmias fatales.
Implementar estas medidas no elimina el riesgo por completo, ya que la muerte súbita puede ocurrir incluso en personas aparentemente sanas y sin factores de riesgo conocidos, pero lo reduce significativamente al abordar los factores subyacentes y preparar una respuesta de emergencia adecuada. La prevención primaria a través de la detección y la preparación para la respuesta de emergencia son los pilares para hacer del ejercicio una actividad lo más segura posible.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Es el ejercicio inherentemente peligroso?
No, en absoluto. El ejercicio habitual y regular es uno de los comportamientos más protectores para la salud cardiovascular y reduce significativamente el riesgo general de muerte súbita a largo plazo. El riesgo transitorio durante el ejercicio es bajo para personas activas y mucho mayor para personas sedentarias. Los beneficios del ejercicio superan con creces los riesgos para la gran mayoría de la población.
¿La muerte súbita durante el ejercicio solo le ocurre a los atletas de élite?
No. Aunque se habla a menudo de atletas debido a la visibilidad de sus casos, la muerte súbita durante el ejercicio puede ocurrir en cualquier persona que realice actividad física, ya sea en un gimnasio, corriendo en un parque o practicando un deporte. Las causas varían entre jóvenes (principalmente problemas congénitos) y mayores de 35 (principalmente enfermedad coronaria adquirida).
¿Cómo puedo saber si tengo riesgo de sufrir muerte súbita durante el ejercicio?
La mejor manera es someterse a una Evaluación Médica Previa a la Participación en programas de ejercicio, especialmente si tienes antecedentes familiares de problemas cardíacos a edades tempranas, has experimentado Signos y Síntomas como dolor en el pecho, desmayos o dificultad respiratoria inusual durante el esfuerzo, o si eres mayor de 35 y vas a iniciar un programa de ejercicio intenso después de un período de inactividad. Un médico puede evaluar tu historial, realizar un examen físico y, si es necesario, solicitar pruebas adicionales.
¿Qué debo hacer si veo a alguien colapsar en el gimnasio o durante una actividad deportiva?
Actúa rápidamente, ya que cada segundo cuenta. Primero, llama inmediatamente a los servicios de emergencia (el número local de ambulancia). Luego, evalúa si la persona responde, respira y tiene pulso. Si no responde y no respira o solo jadea, inicia la reanimación cardiopulmonar (RCP) si estás capacitado. Si hay un desfibrilador externo automático (DEA) disponible en el lugar, úsalo siguiendo sus instrucciones. La respuesta rápida (llamar, RCP, DEA) es crítica para la supervivencia.
¿La miocardiopatía hipertrófica es la única causa de muerte súbita en jóvenes?
Es una de las causas más comunes en jóvenes menores de 35 años, pero no es la única. Otras problemas cardíacos congénitos o hereditarios que pueden causar muerte súbita en jóvenes incluyen anomalías en las arterias coronarias, trastornos del ritmo cardíaco (canalopatías como el síndrome de QT largo) u otras miocardiopatías menos frecuentes.
¿El ejercicio intenso es más peligroso que el ejercicio moderado?
Para personas no acondicionadas o con afecciones cardíacas subyacentes no diagnosticadas, el ejercicio intenso conlleva un riesgo agudo mayor que el ejercicio moderado. Sin embargo, para personas que se ejercitan de forma habitual, el riesgo durante el ejercicio, incluso vigoroso, es bajo y el ejercicio regular reduce el riesgo general a largo plazo. La clave está en la progresión gradual, la evaluación médica adecuada y escuchar a tu cuerpo.
Conclusión
En conclusión, si bien la muerte súbita durante el ejercicio es un evento infrecuente, su impacto es considerable y genera preocupación. La gran mayoría de los casos se deben a problemas cardíacos preexistentes, ya sean congénitos en personas jóvenes o adquiridos, como la enfermedad coronaria, en mayores de 35 años. Estos problemas a menudo no presentan síntomas hasta que el estrés del ejercicio los desencadena. Sin embargo, la buena noticia es que el ejercicio habitual es un potente protector cardiovascular y reduce el riesgo general de muerte súbita. Además, existen pasos concretos y efectivos para minimizar el riesgo durante la actividad física: someterse a una adecuada Evaluación Médica Previa a la Participación, estar atento a los Signos y Síntomas de advertencia del propio cuerpo y de los demás, y estar preparado para responder ante una emergencia mediante la capacitación en Soporte Vital Básico. Entrenar de forma inteligente, informada y proactiva es la mejor manera de disfrutar de los inmensos beneficios del ejercicio con la mayor seguridad posible, sabiendo que, aunque el riesgo cero no existe, puede ser minimizado significativamente.
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